lunes, 14 de julio de 2014

Cuento de verano.

   Nació con tanta luz en su interior que el mismo Sol decidió odiarla…

   Dedicó cada año que pasaba a quemar un poco más su fina piel translúcida, obligándola a ocultarse en las sombras toda su vida.

   Salir durante el día la hacía el blanco de todas las miradas pues el odio del Sol se extendía allá donde llegaban sus rallos y su luz deformaba su imagen, quemaba su piel y la gente solo podía mirarla con desdén y alejarse de ella.

   Así que ella creció y se hizo adulta mientras también crecía en su interior un profundo odio hacia el Sol y hacia la gente. Cada año era peor, cada año su piel era más sensible, sus esperanzas más pequeñas… Nada podía curar los efectos del odio del Sol…

   Ella le suplicó, le gritó, le exigió, pero nada servía, el Sol era tan grande y tan lleno de odio que no atendía a nada más que a sí mismo.

   Y llegó así el día en el que el odio se hizo tan grande que terminó por acabar con el propio Sol, pues ella, cansada de esconderse, decidió teminar con él. Se fue al lugar más caluroso del planeta oculta como siempre, subió a lo alto de la más alta montaña que allí encontró, se deshizo de cualquier tipo de vestimenta que pudiera ocultar su piel y esperó al amanecer.

   Y el amanecer llegó…

   Pero para entonces el odio del Sol era tan sumamente grande que en vez de hacerle daño quemando su piel, ella comenzó a absorber su luz como si de un agujero negro se tratara. El Sol intentó dar marcha atrás pero ya era tarde. Las llamas la envolvieron sin llegar a tocarla pues ella era ahora la oscuridad. Antes del medio día había absorbido por completo al Sol, sin dejar rastro de él…


   Y se sintió libre.


viernes, 17 de enero de 2014

Transición.

No se donde estoy...
A mi alrededor no hay ningún sonido...
Tan solo tranquilidad y un ligero y débil murmullo acompañado de los latidos de mi corazón.
Abro los ojos, muy despacio y me encuentro completamente sumergida en agua.
Nada más a mi alrededor...
No logro visualizar hacia qué lado está la superficie. Arriba, abajo, ¿Hacia dónde? Aunque me veo nadando en todas direcciones no encuentro la salida. Aún así hay una tenue luz que lo envuelve todo, sin venir de ningún lugar en concreto, como si formara parte de cada gota que me rodea. Me doy cuenta de que no me ahogo, pero tampoco respiro y aún así soy consciente de que vivo.
No se como he llegado hasta aquí, los recuerdos están nublados en mi mente y cada vez se vuelven más distantes y confusos hasta el punto en que no distingo ilusión de realidad. No llego a discernir si mis últimos recuerdos son de verdad o me los estoy inventando a falta de otros. Poco a poco me voy olvidando incluso de esas invenciones, incluso de mi propio nombre.
No se quien soy... Mi nombre, ¿Cuál era mi nombre? ¿He tenido uno alguna vez?
¿Qué es tener nombre?
...
En mi mente se van borrando todas y cada una de las palabras que conozco, todas las emociones, las personas, los recuerdos... Todo menos esta tranquilidad que me envuelve. La luz se oscurece cada vez más hasta que ya no veo nada.
Cierro los ojos...
Tranquilidad y murmullos...
Y, de repente... Nazco.
...


lunes, 13 de enero de 2014

El prólogo de algo que nunca escribí

Y el demonio fue liberado al fin de su prisión de cenizas gracias a aquel simple y pequeño ser humano que decidió recuperar sus partes y su alma de la misma muerte con la única intención de besar sus labios, aunque con ello condenara a toda la humanidad...
El humano que decidió amar al demonio y sacrificó su existencia entera solo por un sueño. El humano que, sin saberlo, condenó al demonio a mantenerle con vida eternamente para siempre, sin jamás dormir...
Y así sería contada en todo el universo la leyenda del héroe humano que se condenó a la inmortalidad y del demonio todopoderoso que terminó dependiendo de la vida y el sueño de un mortal.
Un amor prohibido escrito ya en las antiguas palabras anteriores a la vida misma. Algo que no podía evitarse y que jamás debió suceder.
¿Podrá el humano crear sentimientos en un ser de pura maldad?
¿Podrá el demonio liberarse de sus cadenas humanas?
¿Podrá la humanidad perdonar un acto de amor?
...