martes, 18 de octubre de 2011

Flores

Hace mucho tiempo existía un lugar lleno de flores. Flores de todos los colores y tamaños, y de tantas formas diferentes que no cabían ni en la propia imaginación. Ninguna flor era igual a otra por mucho que se compararan. Simplemente no podían ser iguales. El viento mecía sus pétalos con la delicadeza de una caricia y el sol hacía brillar sus colores haciendo que todo el paisaje fuera perfecto y bello como ninguno.

Entre las flores, convivían multitud de pequeños animales con alas, similares a mariposas que revoloteaban alegremente.

Pero un día, pasó algo totalmente inesperado que rompió con todo lo que había pasado en ese lugar hasta entonces. Apareció un ser completamente diferente a ellas, un humano. Era un niño pequeño que se puso a correr por el campo sin ninguna preocupación por sus habitantes. Así fue como comenzó a pisar las flores, dejándolas chafadas en el suelo junto con los animales; como sus fluidos vitales brotaban de los tallos, derramándose en el suelo y volviendo oscuro y triste lo que antes fue color y luz. Las flores que aún se mantenían a salvo por pura suerte tenían miedo y sus animales habían volado ya muy lejos. Pero ellas no podían moverse del suelo y no tenían otra opción que aceptar su muerte, pero no se resignaban a ello.

El niño continuaba corriendo y destruyendo la vida a su paso. ¿Por qué se reía mientras lo hacía? ¿Acaso disfrutaba? Las flores no lo entendían. Pero entonces, del oscuro líquido que habían derramado las que ya no tenían vida comenzaron a brotar ramas gruesas con afilados pinchos de color negro que fueron directamente a por el niño, enredándose en cada una de sus extremidades, haciéndole gritar de terror y ahogando su vida como él había hecho con ellas. Los pinchos cortaban su piel y se incrustaban en su vientre, en sus piernas y brazos, en su pecho, atravesándole de lado a lado para terminar formando una elegante figura negra ensangrentada que se alzaba en medio del campo como una columna de muerte y miedo.

Pero, a diferencia del despreciable humano, las flores no rieron un solo instante...







sábado, 15 de octubre de 2011

Odio

De pequeña, y como casi todas la niñas soñaba con llegar a conseguir el amor de mi vida, mas nunca imaginé nada como tu. Te has apoderado de toda mi alma, convirtiéndola en algo tuyo por completo, dominándola a tu antojo. Te aferras a ella como las raíces de un árbol milenario lo hacen a la tierra, metiéndote por todos sus huecos y creciendo dentro de ella, destruyéndola poco a poco, deformándola... Viniste a mí hace ya mucho tiempo pero tarde me he dado cuenta de lo profundo que has llegado. Tanto, que ahora mismo me es imposible librarme de ti, por mucho que lo desee. Tu me estás convirtiendo en el tipo de persona que nunca quise ser, produciendo en mí placer por cosas aberrantes, deseos de destrucción y muerte, sentimientos que no quiero tener... Y por más que lo intente, no puedo alejarte de mí, estás tan dentro...

Y quiero ser libre, quiero volar de nuevo, pero eres tan fuerte...

Eres tan increíblemente poderoso... No llego a entender como ni cuando te deje entrar en mi vida, pero maldigo ese momento, maldigo cada vez que me acaricias con tu frío, cada vez que me susurras en la mente que lo haga, maldigo cada vez que me niego a obedecerte, pues eso me crea rabia y dolor, ya que en realidad, y aunque no quiera aceptarlo, lo único que deseo cuando estás conmigo es dejarme llevar por ti a la más profunda oscuridad...



lunes, 10 de octubre de 2011

Calidez efímera.

De nuevo despierto perdida en un lugar que no es el mio. Miro a mi alrededor y a todos les parece normal pero tenemos que ir a un sitio. Me dispongo a seguir a los que creo que son mis amigos mientras ellos se dedican a hablarme y contarme cosas divertidas. Al rato llegamos a un centro comercial, no muy grande, de esos que tienen de todo en una sola planta. Miro por aquí y por allá las cosas que hay pero no encuentro nada de interés. De repente me doy cuenta de que mis amigos no están y comienzo a asustarme, pero veo uno de ellos a lo lejos, hablando con una chica en una de las cajas. Por miedo a perderle de vista comienzo a correr en su dirección, mas cuando estoy llegando noto como si alguien estuviese corriendo por mi y siento que no puedo parar, acabando de morros en la caja y dándome en la cabeza con algo de metal que no logro saber muy bien que es. La vista se me nubla y caigo al suelo de espaldas, noto pinchazos en las sienes y un fuerte dolor en la columna. Después, todo oscuridad...

Despierto en el mismo supermercado, con dificultad abro los ojos y veo a una de mis amigas arrodillada a mi lado preguntádome algo que no consigo entender. Me llevo una mano a la cabeza, pues el dolor continua y la noto húmeda. Con temor miro mi mano y la veo llena de sangre, ¡Mi sangre! Comienzo a sentir como el pánico me recorre por dentro y como puedo me levanto del suelo, a pesar de los esfuerzos de la gente por decirme que no lo hiciera. No les hago caso y salgo de allí corriendo algo mareada, pues una desconfianza enorme invade mi alma en esos momentos, desconfianza por todas esas personas que me miraban, por esos a los que creía mis amigos, pero no eran mas que una ilusión, algo que daba por hecho al encontrarme con ellos en el momento de despertar. Salgo de allí, pero la ambulancia ya había llegado a la puerta y los médicos (creo que lo eran por sus batas blancas y demás) me cogen y me meten en el vehículo. Sé que vamos al hospital, o al menos eso doy por hecho, pero yo no quiero ir allí, les repito una y otra vez que estoy bien, que solo ha sido un pequeño golpe pero o no me oyen o no me quieren oír porque ni siquiera me prestan atención.

Al rato, la ambulancia se para, abren la puerta de atrás donde estoy yo y logro ver que hemos llegado al hospital, pero en un pequeño descuido de los doctores le pego una patada a uno en la entrepierna y salgo corriendo de allí, alejándome del hospital lo mas rápido que puedo...

Acabo perdiéndoles de vista, y ellos parece que no se preocupan por seguirme así que paro de correr para descansar y tomar aire. Me toco la cabeza, parece que ya no sangra tanto, es lo que yo pensé, solo un pequeño golpe. Comienzo a caminar por callejones que no conozco, entre gente que no conozco y asustada y dolorida, todavía no lograba entender porque no había podido parar de correr en el supermercado, no paraba de darle vueltas sin encontrar explicación alguna, pues nadie me había empujado, de eso estaba segura, ¿O quizá si? Ya no podía saber si lo que yo daba por hecho era lo real. De repente y sin mas aviso noto que alguien me esta abrazando desde atrás, aunque no me asusto mucho pues es realmente cálido, y su calidez me tranquiliza. Me giro lentamente para ver quien es y me encuentro mirando unos ojos grises que me miran con preocupación y mechones de pelo negro que caen por su cara. Es un hombre que me supera en altura y que me esta abrazando y no estoy asustada, tan solo confundida... Era el primer abrazo que de verdad notaba cálido y sincero en mucho, mucho tiempo y sin saber como ni si me iba a entender le cuento lo que me ha pasado, él me lleva lejos del hospital mientras me habla, me dice que comprende mi miedo, mi confusión después de todo eso, y que comprende como me siento al no saber donde estoy. Me lleva junto a una fuente hecha de roca en mitad de una plaza abandonada y hecha ruinas. La fuente todavía funcionaba a pesar del estado en el que se encontraba el lugar. No entiendo nada de lo que la gente de este lugar dice pero a él le oigo con total claridad, entendiendo cada cosa que dice. Sus ojos grises me miran de vez en cuando, realmente son unos ojos muy bonitos... me dice que en esta fuente es donde todo comenzó y donde todo acabara. Que si alguna vez lo necesito, tan solo tengo que volver a este lugar y el acudirá. Quiero preguntarle por el significado de todas sus palabras pero el me tapa la boca con su dedo indice y se despide de mi, yéndose por uno de los caminos de piedra y perdiéndose entre la multitud.

De nuevo comienzo a sentirme mareada y lo último que consigo ver es el camino de un bosque, un camino de piedra que daba a parar a un amplio lugar con una fuente en medio...

Después solo oscuridad...