Me desperté tirada en un sofá algo mareada. Levaba puesto el vestido que él me obligó ponerme anoche. Un vestido azul ahora desgarrado pero que todavía conseguía taparme lo suficiente. Intenté incorporarme lentamente pero me dí cuenta de que mis manos estaban atadas con una larga cuerda a una de las estanterías y me era imposible librarme.
_ ¿Ya has despertado? - Él. No sé muy bien como había llegado a esta situación, pero ahora yo era su esclava y él mi amo... Pero sé que fue algo voluntario y aunque a veces tenía que hacer cosas desagradables para él, no me arrepentía de ser de su propiedad. - Bien, quiero que me hagas el desayuno.
Yo asentí débilmente con la cabeza mientras él desataba la cuerda de la estantería y me arrastraba con ella a la cocina. Una vez allí se quedó mirándome mientras yo cogía su taza e iba a lavarla con agua. Pero nada más abrir el grifo noté como él me cogió por el cuello con una mano y pegó su cuerpo con el mio mientras su otra mano se iba deslizando por debajo del vestido. Yo me asusté un poco y se me resbaló la taza de las manos, cayendo a la pila y rompiéndose en mil pedazos...
Y entonces él, al ver lo que había pasado me cogió más fuerte del cuello y pude sentir como se iba enfadando por momentos. Volvió a agarrar la cuerda y sin decir nada me llevó a empujones hasta el comedor, donde me pegó en la cara tan fuerte que me tiró al suelo haciéndome daño en las rodillas. Entonces me giré suplicante hacia él.
_ Lo... lo siento amo... -Dije mientras un hilillo de sangre recorría mi labio. Él solo sonrió y se agachó, se acercó a mi a cuatro patas y me cogió fuerte del pelo para acercar mi cabeza a la suya y me lamió la sangre que caía ya por mi cuello. Después, lo mordió muy fuerte de manera que la herida se me abrió más y volvió a empujarme para que me quedara completamente tumbada en el suelo. En ese momento, me cogió de un brazo y me dio la vuelta, quedando de espaldas a él. Con sus frías manos terminó de romper mi vestido dejando toda mi parte de atrás al descubierto. Y empezó a arañarme de arriba a abajo. Yo sentía mucho dolor pero no quería gritar, aunque de vez en cuando se me escapaba algún pequeño gemido y alguna que otra lágrima.
_ Quiero oírte gritar de dolor, puta -Y, al ver que no hacía caso me pegó en los arañazos y añadió- es una orden...
Ante esas palabras yo no podía hacer otra cosa que obedecer y, como realmente me dolía lo que me estaba haciendo, dejé de reprimirme y grité, grité con cada nuevo arañazo en mi espalda, mi culo y mis piernas, grité cuando cogió un limón y lo apretó dejando que las gotas cayeran sobre mis heridas, grité cuando noté su lengua húmeda y caliente en mis nalgas, cuando con sus dientes me mordió en una de ellas, haciéndome una nueva herida...
Me resistí cuando separó mis nalgas con sus manos para introducir su lengua en mi culo. Odiaba cuando hacía eso, pero él me tenía fuertemente cogida y no podía hacer nada...
No me había dado cuenta hasta ese momento pero él ya se había desnudado completamente y, al girarme un poco para suplicarle con la mirada, pude ver su pene muy duro, demasiado grande para que no me doliese cualquier cosa que pudiera hacerme con él... Él me miró y volvió a cogerme del pelo para empotrar mi cabeza contra el suelo y, sin dejar de hacerme eso, me cogió de la cintura y sin darme tiempo a decir nada me penetró bruscamente por delante haciendo que esta vez gritara mucho más que antes, lo que pareció ponerle aun más porque sus embestidas fueron mas rápidas y fuertes. Me cogía del pelo y del cuello, apretaba mis tetas y clavaba sus uñas por toda mi piel. Me dejó a cuatro patas mientras continuaba metiendo y sacando su pene con tanta agresividad que yo no podía hacer mas que gritar y llorar...